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viernes, 2 de abril de 2010

Cric. Sonido de pasos detrás de las estanterías. Cric. Otro y otro.

Il.
Peter Käuflin
_¡No es justo- gritó el orangután.

María estaba asustada. Terriblemente asustada. Se había refugiado allí sin permiso para poder acabar aquel libro que no la dejaba vivir.

Cric. Cric. Los pasos sonaban justo allí detrás. Alzó la cabeza y vio la melena de un león. Ella que solo quería imitar a Bastian: esconderse para poder leer en un lugar recogido y silencioso, la biblioteca de su colegio.
Abandonó su posición acomodada entre los cojines. Se arrastró a lo largo de la sala, procurando no hacer ruido. Sorteó el mostrador y los observó estupefacta. De pronto, descubrió un montón de animales en animada charla. Entre sus patas, libros, libros que parecían de arte. Removían las hojas.

_ ¡A mí me gusta éste!_ , decía el águila.
_ Este es mucho más elegante_ replicó el león.

María los observaba fascinada.¿ Qué estaban haciendo allí reunidos?
De repente, ¡zas! Sintió un golpe sobre su hombro. Era la rana. Gritó. Y todos los animales volvieron sus cabezas.

_¡Ah! Es ella_ dijo el armiño. Nos puede ayudar a elegir.

María se quedó sorprendida. Conocían su nombre y no parecían preocupados por su presencia.
Reunió todo su valor. Se incorporó y añadió:

_ Ayudaos, ¿a qué?

_Pues verás_ dijo el perro_ estamos hartos de que en los cuadros seamos unos segundones, o bien aparezcamos reproducidos muertos.

_Mira, mira_ terció el pelícano.

Y allí estaban:


Pato muerto, Durero
Agnus Dei, Zurbarán
Ida y vuelta, Rockweel

_ Ya sabes- le aclaró el  rinoceronte- que la “naturaleza muerta”, que es así como se les conoce a este género de pinturas, dado que no representan al hombre, están situadas en el último escalafón de la jerarquía de los géneros pictóricos.
María se quedó pensando en cómo poder ayudarles. ¿Habría alguna forma de convencerles de que los animales habían ocupado un importante lugar en la historia del conocimiento humano?
Solo disponía de hora y media para enseñarles otras opciones, antes de que volviera a tocar el timbre para regresar a clase.  Pero ella sola no iba a poder. ¿Quién le podrá echar una mano? Tenía una biblioteca perfectamente equipada para demostrarles otras opciones.